La traducción es una de las profesiones más vocacionales que existen, y no por eso es de las que más feliz nos puede hacer. Trabaja de lo que te gusta, ser traductor profesional, y te pasarás horas y horas al día en una empresa de traducción desplegando tu creatividad. Acudimos todos los días a nuestras oficinas de la calle Orense con ganas de traducir, de completar las necesidades de traducción profesional de nuestros clientes. Desde que fundamos esta agencia de traducción allá por 2012, seguimos pensando que la traducción es un arte.
Sin embargo, no todos los días son buenos. Como en todos los sectores y en todas las cuestiones de la vida, surgen altibajos que a veces son difíciles de atajar. Problemas con clientes (en ocasiones, no nos envían tantos proyectos de traducción como desearíamos realizar y en otras, nos envían demasiados proyectos de traducción que dificultan la conciliación familiar) cuestiones con los pagos (a pesar de que la ley indica que el límite de pago son 60 días, en alguna ocasión esos plazos se dilatan quitándonos el sueño), un exceso de trabajo general puede dañar nuestra felicidad.
La clave para ser feliz traduciendo (bien sea un libro extranjero que nos haya encantado leer o las escrituras de constitución de una empresa) es amar lo que haces. Sí, has leído tan bien. Para ser feliz lo único que hace falta es creérselo. Así que si eres traductor profesional y traduces estando seguro de la calidad de tus traducciones, es muy probable que seas feliz traduciendo.
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